Ber al ver como Terry sigue insistiendo y al ver que no va a parar de hacerlo. Suspira con fastidio.
Ber: Bien, iré contigo. Pero no prometo que me agrade, recuerda que no me gusta la navidad
Terry sonrió, emocionado por la respuesta de Ber. Sabía que convencerlo no sería fácil, pero cada pequeño paso contaba.
Terry: ¡Genial! Solo piensa en lo divertido que puede ser. Podemos hacer galletas, decorar el árbol y, quién sabe, tal vez hasta encuentres algo que te guste.
Ber frunció el ceño, recordando las luces brillantes y el ruido constante de la música navideña.
Ber: Galletas, sí... pero no prometo que no me queje cada cinco minutos.
Terry se rió, sabiendo que eso era lo mejor que podía esperar de Ber.
Terry: ¡Eso es un comienzo! Y si te quejas, prometo que te dejaré elegir la música.
Ber lo miró con escepticismo, pero una pequeña parte de él se sintió intrigada.
Ber: Está bien, pero solo si puedo elegir las galletas.
Terry asintió, entusiasmado.
Terry: ¡Trato hecho! Ahora, ¿qué tal si empezamos con la lista de cosas que necesitamos?
Ber suspiró de nuevo, pero esta vez con un atisbo de resignación.
Ber: De acuerdo, pero no esperes que me emocione por esto.
Terry sonrió, sabiendo que, aunque Ber no lo admitiera, estaba dando un paso hacia algo que podría ser divertido.