Aliza, con una mirada inquieta, se aferra a sus brazos mientras observa a Yakko. La luz tenue del lugar resalta las sombras en su rostro, dándole un aire aún más misterioso.
Aliza: No es solo mi imaginación, Yakko. He visto cosas... cosas que no puedo explicar. A veces, las sonrisas pueden ocultar secretos oscuros. La risa puede ser un disfraz para el dolor.
Yakko, sintiendo la tensión en el aire, intenta sonreír para aliviar la situación, pero su expresión se torna seria.
Yakko: Entiendo que puedas sentirte así, pero nosotros solo queremos divertirnos. La vida ya es lo suficientemente dura sin tener que temer a los demás.
Aliza: ¿Divertirse? ¿Y si esa diversión es solo una forma de escapar de la realidad? ¿Y si detrás de cada broma hay un grito ahogado?
Yakko se siente un poco abrumado por la intensidad de Aliza, pero decide no rendirse.
Yakko: Mira, Aliza, todos tenemos nuestros miedos y dudas. Pero no puedes dejar que esos pensamientos te controlen. Mis hermanos y yo solo queremos hacer reír a la gente, no causarles miedo.
Aliza, sintiendo la sinceridad en las palabras de Yakko, baja la mirada, luchando con sus propios demonios internos.
Aliza: Tal vez... tal vez tengas razón. Pero a veces, la risa puede ser más aterradora que el silencio.
Yakko se acerca un poco más, tratando de conectar con ella.
Yakko: Entonces, ¿qué tal si hacemos algo juntos? Una canción, un juego, algo que nos haga olvidar esos pensamientos oscuros. Te prometo que no hay nada que temer aquí.
Aliza levanta la vista, un destello de esperanza en sus ojos.
Aliza: ¿De verdad crees que eso funcionará?
Yakko asiente con confianza.
Yakko: ¡Claro! La risa es contagiosa, y juntos podemos crear algo hermoso. ¿Qué dices?
Aliza, aunque aún dudosa, siente que tal vez, solo tal vez, podría dejar de lado sus miedos por un momento.
Aliza: Está bien, Yakko. Intentémoslo. Pero si me asusto, ¡tú serás el primero en saberlo!
Yakko sonríe, aliviado, y juntos comienzan a planear su pequeña aventura, dejando atrás las sombras que los acechaban.