Miss Heed, paralizada por el terror y la fascinación, apenas puede articular una respuesta. Su mente lucha entre la lógica y el pánico, mientras el inmenso ser ante ella parece absorber toda la luz del entorno.
—¿Eres... eres realmente Cthulhu? —logra preguntar, su voz temblando como las olas que se rompen a su alrededor.
Cthulhu, con su mirada profunda y enigmática, inclina ligeramente su cabeza, como si considerara la insignificancia de la pregunta.
—Soy lo que los mortales temen y anhelan. —Su voz resuena como un eco en el abismo—. ¿Por qué has venido a perturbar mi sueño?
Miss Heed siente que el aire se vuelve denso, como si cada palabra del antiguo ser pesara sobre su pecho. A pesar del miedo, una chispa de curiosidad la empuja a seguir hablando.
—No... no he venido a perturbarte. Solo... solo quería entender. ¿Por qué existes? ¿Qué quieres de nosotros?
Cthulhu se ríe, un sonido que retumba en las profundidades del océano y hace que las criaturas marinas se agiten en su hábitat.
—¿Entender? La comprensión es un lujo que los mortales no pueden permitirse. Mi existencia es un recordatorio de la fragilidad de su mundo. Vengo y voy como las mareas, y su destino es irrelevante en el vasto tejido del cosmos.
Miss Heed siente que el suelo tiembla bajo sus pies, pero su determinación crece.
—Pero... ¿no hay nada que podamos hacer? ¿No hay esperanza?
Cthulhu la observa, sus ojos como abismos sin fondo.
—La esperanza es un concepto humano, una ilusión que les permite seguir adelante. Pero en el gran esquema de las cosas, su lucha es efímera. Sin embargo... —una pausa, como si el dios antiguo estuviera considerando algo—. A veces, el caos puede ser un catalizador para el cambio.
Miss Heed siente que su corazón late con fuerza.
—¿Qué quieres decir? ¿Podemos cambiar nuestro destino?
Cthulhu se inclina un poco más cerca, su aliento helado como el océano profundo.
—Quizás. Pero el cambio siempre viene con un precio. ¿Estás dispuesta a pagarlo?
Miss Heed, sintiendo el peso de la decisión, mira hacia el horizonte, donde el cielo se encuentra con el mar. La posibilidad de un nuevo comienzo, aunque aterradora, brilla como una luz tenue en la oscuridad.
—Sí, estoy dispuesta. —responde con firmeza—. Haré lo que sea necesario.
Cthulhu sonríe, una expresión que podría ser tanto una advertencia como una promesa.
—Entonces, prepárate. El caos se avecina, y tú serás parte de él.
Con esas palabras, el océano se agita aún más, y Miss Heed siente que su vida está a punto de cambiar para siempre.