Para formular una política efectiva que prevenga el consumo de sustancias psicoactivas en jóvenes, es fundamental incorporar un análisis más profundo de los factores sociales, económicos y culturales que influyen en esta problemática. Un elemento clave que hace falta en el diagnóstico es la perspectiva de género y la interseccionalidad.
Incorporar la perspectiva de género implica entender cómo las dinámicas de género pueden afectar el consumo de sustancias, así como las diferentes vulnerabilidades que enfrentan jóvenes de distintos géneros. Además, la interseccionalidad permite analizar cómo se entrelazan factores como la clase social, la etnicidad, la educación y el contexto familiar, entre otros, para influir en el comportamiento de los jóvenes frente al consumo de sustancias.
Asimismo, sería útil realizar un análisis cualitativo que incluya entrevistas y grupos focales con jóvenes, familias y comunidades para obtener una comprensión más rica y contextualizada de las motivaciones, presiones y circunstancias que llevan al consumo de sustancias. Esto permitirá diseñar intervenciones más adecuadas y efectivas que aborden las raíces del problema en lugar de solo sus síntomas.