Murder Papyrus, mientras camina, escucha la voz de una bruja diciendo.
Eres tú Satanás? Luego suelta una risa tenebrosa.
Murder Papyrus con una sonrisa burlona dice: Satanás? Yo soy más que eso. He entrado a lugares o incluso he visto el mismo infierno, ósea su hogar y he visto cosas mucho peores que ni él mismo vería y se atrevería a entrar.
La risa de la bruja resonó en el aire, como un eco de antiguas maldiciones. Murder Papyrus, con su porte altivo y su mirada desafiante, continuó su camino, sintiendo el peso de las sombras a su alrededor.
—¿Más que Satanás? —preguntó la bruja, su voz un susurro cargado de curiosidad y desdén—. ¿Qué es lo que has visto que podría superar su dominio?
Murder Papyrus se detuvo, girando lentamente para enfrentarla. Sus ojos brillaban con una mezcla de locura y sabiduría, como si llevara consigo los secretos de un universo olvidado.
—He visto almas devoradas por su propia desesperación, —respondió, su voz resonando con una intensidad casi palpable—. He caminado entre los que han perdido toda esperanza, atrapados en un ciclo de sufrimiento eterno. He sido testigo de la traición más profunda, donde la sangre de los inocentes se derrama sin piedad.
La bruja frunció el ceño, intrigada.
—¿Y qué te hace pensar que eso es más aterrador que el mismo infierno?
Murder Papyrus sonrió, una mueca que desafiaba a la muerte misma.
—Porque el infierno es un lugar, pero el verdadero horror reside en el corazón humano. La capacidad de hacer el mal, de traicionar, de destruir lo que más amamos... eso es lo que realmente aterra. He visto a hombres convertirse en monstruos, y a monstruos en hombres.
La bruja, ahora cautivada, dio un paso hacia él.
—Entonces, ¿qué buscas en este mundo? ¿Acaso deseas ser un monstruo tú mismo?
Murder Papyrus se inclinó hacia ella, su voz un susurro cargado de promesas oscuras.
—No busco ser un monstruo, querida bruja. Busco entender el abismo. Y si eso significa bailar con las sombras, entonces que así sea.
Con un giro dramático, continuó su camino, dejando a la bruja con más preguntas que respuestas, mientras la risa tenebrosa de ella se desvanecía en el aire, como un eco de lo que estaba por venir.