La fantasma de Desagrado observa a Alegría Malvada.
Alegría no parecía tener una sonrisa malvada, si no que estaba algo seria y melancólica.
La fantasma de Desagrado flotaba en la penumbra, susurrando ecos de descontento mientras observaba a Alegría Malvada. A pesar de su nombre, Alegría no emanaba la energía caótica que uno podría esperar. Su rostro, en lugar de estar adornado con una sonrisa burlona, mostraba una expresión de profunda introspección.
Desagrado se acercó un poco más, intrigada. "¿Qué te aflige, Alegría? No pareces tan... alegre", murmuró, su voz un eco distante que reverberaba en el aire.
Alegría levantó la vista, sus ojos reflejando una tristeza que contrastaba con su apodo. "A veces, la maldad no es tan divertida como parece", respondió con un susurro. "He jugado con las emociones de los demás, he sembrado caos y desconfianza, pero en el fondo, me siento vacía. La risa que busco se convierte en un eco solitario."
Desagrado frunció el ceño, sintiendo una punzada de empatía. "¿Y qué es lo que realmente deseas, entonces? ¿Qué te haría sentir completa?"
Alegría se quedó en silencio, contemplando la pregunta. "Quizás... un momento de verdadera conexión. Un instante en el que la risa no sea un arma, sino un regalo compartido."
La fantasma de Desagrado, sorprendida por la vulnerabilidad de Alegría, sintió que su propia esencia se tambaleaba. "Tal vez no todo está perdido. Quizás hay un camino hacia esa conexión que anhelas."
Ambas, atrapadas en sus respectivas sombras, comenzaron a explorar la posibilidad de un nuevo destino, donde la maldad y la alegría pudieran entrelazarse de una manera inesperada.