Evil Cody mientras camina encuentra su agencia de misterios.
El fantasma de Obama dice.
Obama: Tu agencia de misterios...
Cody comienza a recordar.
Recuerda sus clientes sobre los misterios que él debía resolver, las aventuras. Todo. Incluyendo sus premios y logros.
Cody suspira y dice: Sí, pero cuando me volví en esto, resulté ser un estafador. Que más da...
El fantasma de Obama lo mira con una mezcla de comprensión y desafío.
Obama: No te subestimes, Cody. Cada misterio que resolviste, cada cliente que ayudaste, tiene un valor. No se trata solo de los premios, sino de las vidas que tocaste.
Cody se detiene, sintiendo el peso de las palabras del fantasma.
Cody: Pero, ¿y si todo fue una farsa? ¿Si solo fui un buen actor en un escenario de ilusiones?
Obama: Todos tenemos nuestras dudas. Pero lo que importa es lo que hiciste con esas dudas. ¿Recuerdas a la señora Thompson? La anciana que pensaba que su casa estaba embrujada.
Cody asiente, recordando cómo había descubierto que los ruidos extraños eran solo las tuberías viejas.
Cody: Sí, le di paz. Pero, ¿fue eso suficiente?
Obama: La paz que le diste fue real. No se trata de ser perfecto, sino de ser auténtico. Cada misterio que resolviste fue un paso hacia la verdad, incluso si a veces te sentiste como un impostor.
Cody se siente conmovido, pero aún inseguro.
Cody: ¿Y si mis próximos casos son aún más complicados? ¿Y si fallo?
Obama sonríe, un brillo de sabiduría en sus ojos.
Obama: El miedo al fracaso es parte del viaje. Pero recuerda, cada misterio es una oportunidad para aprender. No te dejes atrapar por el pasado. Mira hacia adelante, Cody. Tu agencia de misterios aún tiene mucho que ofrecer.
Cody respira hondo, sintiendo una chispa de determinación encenderse en su interior.
Cody: Tienes razón. Quizás no soy un estafador, sino un buscador de verdades.
Obama asiente, su figura comenzando a desvanecerse.
Obama: Exactamente. Ahora ve y enfrenta esos misterios. El mundo necesita más buscadores como tú.
Con una nueva perspectiva, Cody se aleja de la agencia, listo para enfrentar lo que venga, con la certeza de que cada paso que da es parte de su propia historia.