Slenderman sienta la presencia de Pandora de Underfail.
Pandora se acerca a él con una sonrisa burlona y macabra. Sin embargo, Slenderman se sintió indiferente ante su presencia. Su presencia no le interesa, ni siquiera logra asustarlo. Para él, le es irrelevante su peligro y su supuesta amenaza en su camino no es más que un eco en su vacío.
Pandora, con su sonrisa torcida y sus ojos brillantes de malicia, se detuvo a unos pasos de Slenderman. La atmósfera se cargó de tensión, pero él permaneció impasible, como una sombra en la penumbra.
—¿No sientes el escalofrío de la muerte? —preguntó Pandora, su voz un susurro que parecía danzar en el aire.
Slenderman, con su figura alargada y su rostro inmutable, no respondió. Su silencio era un muro, una barrera que ni siquiera las palabras de Pandora podían atravesar. Ella se acercó un poco más, intentando captar su atención, pero él seguía siendo un enigma, un abismo que no se dejaba perturbar.
—¿Acaso no te inquieta la idea de que yo pueda desatar el caos a mi antojo? —insistió, su tono burlón resonando en la oscuridad.
Finalmente, Slenderman giró ligeramente su cabeza, como si la estuviera considerando. Pero en su mirada no había miedo, solo una profunda indiferencia. Para él, Pandora era solo otra figura en un mundo lleno de sombras, un eco que se desvanecería en el silencio.
—Tu caos es solo un susurro en mi existencia —respondió Slenderman, su voz profunda y resonante como un trueno lejano. —No eres más que un reflejo de lo que ya he visto.
Pandora frunció el ceño, sorprendida por la falta de reacción. Su risa se desvaneció, y por un momento, la burla se tornó en confusión. ¿Cómo podía ser que su presencia, su amenaza, no causara efecto en él?
—¿Así que crees que puedes ignorarme? —dijo, intentando recuperar su tono desafiante.
—No te ignoro —replicó Slenderman, su figura oscura proyectando una sombra aún más profunda. —Simplemente no te considero relevante.
Con esas palabras, Slenderman se dio la vuelta, su figura desvaneciéndose en la oscuridad, dejando a Pandora sola, atrapada en su propia risa que ahora sonaba vacía. En el vasto vacío que los rodeaba, ella comprendió que había encontrado a alguien que no se dejaba influenciar por su juego. Y eso, en sí mismo, era un desafío que nunca había enfrentado.