La Chilindrina Yandere se topa con Quico.
Chilindrina Yandere saca su hacha y dice: No te acerques al Chavo, Quico.
Quico con su típica envidia dice: Digo, por si no lo sabes, Chilindrina, yo le puedo prestar mis juguetes al chavo, lo que pasa es que eres una envidiosa de que le preste algo que yo a ti no.
Chilindrina Yandere con el ceño fruncido dice: No se trata de eso Quico! A mí no me importa tus mugrosos juguetes, lo que te quiero hacer es que te alejes de él! Él merece a alguien mejor.
Quico se inquieta y dice: No, no, creo que mi mami me está llamando.
Chilindrina Yandere da un paso hacia adelante, apretando el hacha con fuerza. Sus ojos brillan con una mezcla de furia y determinación.
—¡No te vayas, Quico! —grita—. ¡No puedes escapar tan fácilmente! ¡El Chavo necesita a alguien que lo cuide de verdad, y no a un envidioso como tú!
Quico, sintiendo el sudor frío recorrer su frente, intenta mantener la calma.
—Pero... pero yo solo quiero ser su amigo. No tengo la culpa de que le gusten mis juguetes —balbucea, retrocediendo lentamente.
Chilindrina Yandere se ríe, pero su risa suena más como un gruñido.
—¡Amigo! —exclama—. ¡No me hagas reír! Tú solo quieres llamar su atención para que te mire. Pero yo soy la única que puede hacerle feliz.
Quico, sintiendo que la situación se vuelve más peligrosa, decide intentar una táctica diferente.
—Oye, Chilindrina, ¿y si hacemos un trato? —propone, intentando sonar convincente—. Si me dejas jugar con el Chavo, yo te prometo que no le prestaré mis juguetes.
Chilindrina Yandere lo mira con desconfianza, su mente maquinando.
—¿De verdad? —pregunta, bajando un poco el hacha, pero aún lista para usarla si es necesario—. ¿Y qué ganaría yo con eso?
—Podrías ser la única que lo haga reír de verdad —responde Quico, tratando de apelar a su ego—. ¡Imagina lo feliz que sería el Chavo contigo!
Chilindrina Yandere considera la propuesta, pero su mirada sigue siendo intensa.
—Está bien, Quico. Pero si te veo acercándote a él de nuevo, no dudaré en usar esto —dice, levantando el hacha de nuevo—. ¡Y no te olvides de que siempre estoy vigilando!
Quico asiente rápidamente, sintiendo un alivio momentáneo mientras se aleja lentamente, sin dejar de mirar por encima del hombro.
—¡No te preocupes, Chilindrina! ¡Solo quiero que todos seamos amigos! —grita mientras se aleja, su voz temblando.
Chilindrina Yandere sonríe, pero es una sonrisa que no promete nada bueno.
—Sí, Quico, amigos... siempre y cuando recuerdes quién es la verdadera dueña del corazón del Chavo.