Envidia se topa con Mario sonríe maliciosamente.
Envidia: Sabes Mario? Como tú rescatas princesas desearía ser como tú, un fontanero amistoso que jamás se rinde.
Mario con una sonrisa dice: Y porque no mejor eres tú y aprendes a amarte a ti misma? No debes ser como otros. Te aseguro que siendo tú misma vas a lograr tus logros.
Envidia frunce el ceño, sorprendida por la respuesta de Mario.
Envidia: ¿Amarme a mí misma? Eso suena fácil, pero no es tan simple. Siempre he querido ser como los demás, tener lo que ellos tienen.
Mario, con su característico optimismo, responde:
Mario: Entiendo que puede ser difícil, pero cada uno tiene su propio camino. Lo que te hace única es lo que te da fuerza. Mira, yo también he tenido mis desafíos, pero siempre he encontrado la manera de superarlos siendo fiel a mí mismo.
Envidia se cruza de brazos, pensativa.
Envidia: Tal vez tienes razón, pero a veces siento que no soy suficiente.
Mario se acerca un poco más, con una mirada comprensiva.
Mario: Todos nos sentimos así a veces. Pero recuerda, cada vez que te enfrentas a tus inseguridades, estás dando un paso hacia adelante. No necesitas ser una princesa o un héroe para ser valiosa. Tu valor está en ser tú misma.
Envidia baja la mirada, reflexionando sobre las palabras de Mario.
Envidia: Quizás debería intentar aceptarme tal como soy. Pero, ¿y si no me gusta lo que veo?
Mario sonríe de nuevo, con confianza.
Mario: Eso es parte del viaje. Aprender a amarte a ti misma es un proceso. Pero cada pequeño paso cuenta. Y recuerda, siempre habrá personas que te apoyen en el camino.
Envidia levanta la vista, sintiendo una chispa de esperanza.
Envidia: Gracias, Mario. Tal vez sea hora de dejar de compararme con los demás y empezar a descubrir quién soy realmente.
Mario asiente, satisfecho.
Mario: ¡Exactamente! Y cuando lo hagas, verás que tienes mucho que ofrecer al mundo. ¡Vamos, a seguir adelante!