Evil Casandra mientras llora recordando al chavo, llora más al oír su voz y su risa inocente. Ella empieza a gritar de desesperación y arrancarse los cabellos sin importar el dolor.
Casandra empieza a gritar: Afrodita! Yo ya no soy una niña! Solo crecí volviéndome una monstruo! Perdí mi infancia por culpa de lo que me volví ahora! A veces me hubiera gustado ser amiga de ese niño!!! empieza a sollozar fuerte.
Afrodita calmando a su hermana mientras ella llora más desesperada dice.
Afrodita: Hermana, cálmate... Shh... Aunque no seas una niña, no eres una monstruo. Puede que la oscuridad te haya envuelto. Recuerda que el chavo siempre buscaba amistades, tú aunque seas mala, puedes tener una amistad.
Casandra: Y si no puedo? Me siento estúpida al no poder hacerlo.
Afrodita, con ternura, se acerca a Casandra y le toma las manos, mirándola a los ojos con firmeza.
Afrodita: Escucha, hermana. La verdadera amistad no se mide por lo que somos, sino por lo que elegimos ser. El Chavo siempre veía lo mejor en las personas, incluso en aquellos que se sentían perdidos. Tú también puedes encontrar esa luz dentro de ti.
Casandra, aún sollozando, se seca las lágrimas con la manga de su abrigo.
Casandra: Pero... ¿y si la gente solo ve lo malo en mí? ¿Y si nunca puedo cambiar?
Afrodita: Cambiar no es fácil, pero no es imposible. Cada día es una nueva oportunidad para ser diferente. Recuerda que el Chavo nunca dejó de sonreír, incluso en los momentos más difíciles. Si él pudo encontrar alegría en la amistad, tú también puedes.
Casandra mira al suelo, reflexionando sobre las palabras de su hermana.
Casandra: ¿Y si me rechazan? ¿Y si no me quieren?
Afrodita: El rechazo puede doler, pero también es parte del camino. No todos entenderán tu lucha, pero aquellos que realmente valen la pena verán más allá de tu exterior. Y siempre tendrás a tu hermana a tu lado, apoyándote.
Casandra siente un pequeño destello de esperanza en su corazón.
Casandra: ¿De verdad crees que puedo hacerlo?
Afrodita asiente con una sonrisa cálida.
Afrodita: Sí, hermana. Solo necesitas dar el primer paso. Y recuerda, no estás sola. Siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase.
Con un profundo suspiro, Casandra se siente un poco más ligera. Aunque la tristeza aún la envuelve, la idea de poder cambiar y encontrar amistad le da un nuevo propósito.
Casandra: Gracias, Afrodita. Intentaré ser más valiente.
Afrodita: Eso es todo lo que pido. Ahora, ¿qué te parece si recordamos juntos al Chavo? Tal vez eso nos ayude a encontrar la alegría que él siempre compartía.
Casandra asiente, y juntas comienzan a recordar las travesuras y risas del niño que, a pesar de todo, siempre supo ver lo mejor en los demás.