Slenderman como ve que Terry no para de insistir con su propuesta navideña, dice con una sonrisa macabra.
Slenderman: Bueno, iré. Pero atente a las consecuencias...
Terry, emocionado por la respuesta de Slenderman, no puede evitar sonreír. Sin embargo, la advertencia del ser sobrenatural le envía un escalofrío por la espalda.
Terry: ¡Genial! ¡No te arrepentirás! ¡Imagina la fiesta! ¡Tú, yo, luces, música... y un montón de gente!
Slenderman: (con una risa profunda y resonante) La gente... siempre tan desprevenida. Pero recuerda, Terry, la Navidad no es solo alegría y risas. Hay sombras que acechan en cada rincón.
Terry, ignorando la ominosa advertencia, comienza a planear la fiesta con entusiasmo. Sin embargo, a medida que se acerca la fecha, extraños sucesos comienzan a ocurrir: luces que parpadean, susurros en la oscuridad y figuras que parecen observar desde las sombras.
Terry: (con nerviosismo) ¿Slenderman? ¿Estás aquí?
De repente, una figura alta y delgada emerge de la penumbra, su rostro oculto en la oscuridad.
Slenderman: (con una voz suave pero inquietante) La Navidad es un tiempo de dar, Terry. Pero también de recibir... lo que mereces.
Terry siente un escalofrío recorrer su cuerpo. La fiesta que había imaginado se transforma en una pesadilla, y la sonrisa macabra de Slenderman se convierte en un recordatorio de que a veces, lo que parece ser una celebración puede tener un precio muy alto.