Evil Casandra se topa con William Afton.
Evil Casandra: Un placer verlo de nuevo Señor Afton.
William Afton: El gusto es mío señorita, veo que has querido provocar un poco de caos...
Evil Casandra: Y que necesitas de mí? Pero no te equivoques cariño, las reglas del juego pueden cambiar
William Afton: Oh, siempre me ha fascinado tu forma de jugar, Casandra. Pero recuerda, en este juego, yo soy el que establece las reglas.
Evil Casandra: ¿Establecer las reglas? Eso es adorable. Pero, ¿qué pasa cuando alguien decide romperlas?
William Afton: Entonces, esa persona debe estar preparada para enfrentar las consecuencias. He aprendido a lo largo de los años que el caos puede ser... muy útil.
Evil Casandra: ¿Y qué es lo que realmente quieres de mí, Afton? No soy una simple peón en tu tablero.
William Afton: Lo sé, y es precisamente por eso que te necesito. Tu habilidad para manipular y sembrar el miedo es algo que podría ser... ventajoso para mis planes.
Evil Casandra: Interesante. Pero, ¿qué me ofreces a cambio? No soy de las que trabajan gratis.
William Afton: Te ofrezco poder, influencia y la oportunidad de desatar un verdadero terror. Juntos, podríamos crear un legado que el mundo nunca olvidará.
Evil Casandra: Un legado, dices... Suena tentador. Pero recuerda, Afton, en este juego, yo también tengo mis propios planes.
William Afton: Y eso es lo que me gusta de ti, Casandra. La ambición. Pero ten cuidado, porque en este juego, la traición puede ser la jugada más letal.
Evil Casandra: Oh, querido Afton, la traición es solo otra forma de estrategia. ¿Estás listo para jugar?