Evil Cody se topa con una secta satánica.
Uno de ellos dice.
Los demonios saldrán para deshacerse de los humanos. Todos aquellos necesitan destruir la tierra. Tú mortal, no eres más que un simple estorbo. Nosotros somos sus líderes!
Cody con desdén: Yo me he enfrentado a peores monstruos. He ido al infierno y he salido de ahí ileso. No me asustan. Que harán? Van a invocar al mismo Lucifer para que me asuste? No lo creo.
Uno de los miembros de la secta, con una sonrisa siniestra, se acerca a Cody y dice: "Oh, pero no necesitas temer a Lucifer, mortal. Lo que realmente invocamos son las sombras que habitan en tu propio corazón. Los demonios no solo vienen de las profundidades, sino que también se alimentan de tus miedos y dudas. ¿Qué pasaría si te dijéramos que ya están dentro de ti?"
Cody, con una mirada desafiante, responde: "¿Creen que pueden jugar con mi mente? He enfrentado mis propios demonios y he salido más fuerte. No necesito que me digan lo que hay en mi interior. Ustedes son los que están perdidos, buscando poder en la oscuridad."
El líder de la secta, con un gesto dramático, levanta un antiguo grimorio. "Este libro contiene los secretos de la invocación. No solo llamaremos a Lucifer, sino que también desataremos a los demonios que han estado esperando por un alma como la tuya. Te ofreceremos un trato: únete a nosotros y obtendrás poder más allá de tu imaginación. Recházalo y serás el primero en caer."
Cody se ríe, desafiando la amenaza. "¿Poder? ¿De qué sirve el poder si se basa en el miedo y la manipulación? Ustedes no son más que sombras que intentan asustar a la luz. Si quieren un desafío, aquí estoy. Pero no esperen que me arrodille ante sus ilusiones."
Los miembros de la secta intercambian miradas nerviosas, y el líder, visiblemente frustrado, grita: "¡Que así sea! ¡Que los demonios se desaten! ¡Veremos quién prevalece en esta batalla de voluntades!"
Con un gesto, comienza a recitar un oscuro conjuro, y el aire se llena de una energía inquietante. Cody, sin inmutarse, se prepara para enfrentar lo que venga, sabiendo que la verdadera batalla no es contra los demonios externos, sino contra los que habitan en el corazón de cada uno.