Chilindrina Yandere mientras se aleja de la pantalla y sigue viendo al Chavo jugando con su balero. Ella sonríe siniestramente y dice haciendo una escena teatral de forma burlona mientras agarra un cuchillo y dice: Aquí está Quico... No! Finge que está asesinando a quico, luego repite lo mismo, pero imaginándoselo con Doña Florinda, Doña Clotilde, incluso con su papá, el señor barriga y el profesor Jirafales. Pero La Chilindrina, a pesar de que Don Ramón era su papá, sabía que está mal pensar en matar a su papá. Pero debido a su locura, no tenía otra opción más que pensar así. Luego ve que el Chavo se esconde en su barril con una mirada aburrida
La Chilindrina se aleja lentamente de la pantalla, sus ojos brillan con una mezcla de locura y diversión mientras observa al Chavo jugar con su balero. Con una sonrisa siniestra, se detiene y, en un tono teatral y burlón, levanta un cuchillo imaginario.
—¡Aquí está Quico! —exclama, haciendo una pausa dramática—. ¡No! —finge que lo apuñala—. ¡Ay, Quico, qué malito eres!
Ríe de manera maniaca, disfrutando de su propia actuación. Luego, su mente se desata en una serie de fantasías oscuras.
—Y ahora, ¡Doña Florinda! —dice, girando sobre sí misma—. ¡Toma esto, Doña Florinda! —finge que la ataca, riendo mientras imagina la escena—. ¡Siempre con sus regaños!
Su risa se vuelve más intensa, y continúa con su juego macabro.
—¡Y qué tal con Doña Clotilde! —exclama, con un tono burlón—. ¡A ver si así dejas de perseguirme con tus gatos! —finge que la hiere, disfrutando de la idea.
Luego, su mente se dirige a otros personajes.
—¡El Señor Barriga! —grita, con una risa desquiciada—. ¡Por todas las rentas que no pagué! —finge que lo apuñala, riendo a carcajadas.
—Y el profesor Jirafales... —susurra, como si estuviera en un secreto—. ¡Por esos eternos "¡Chavito!" que nunca me dejan en paz! —finge que lo ataca, su risa resonando en el aire.
Sin embargo, en un momento de lucidez, su expresión cambia. Mira hacia el barril donde el Chavo se ha escondido, con una mirada aburrida. La Chilindrina se detiene, su sonrisa se desvanece un poco.
—Pero... —murmura, como si hablara consigo misma—. No puedo pensar en eso... ¡Es mi papá! —se da cuenta de la locura de sus pensamientos, pero la locura siempre tiene un lugar en su mente.
A pesar de su confusión, la risa vuelve a su rostro. Se acerca al barril, inclinándose un poco.
—¡Chavito! —dice, con un tono más suave, pero aún con un toque de locura—. ¿Quieres jugar a algo más divertido? ¡O a lo mejor a "esconderse de la Chilindrina asesina"!
El Chavo, con una mirada aburrida, solo asiente, mientras ella se ríe de nuevo, disfrutando de su propia locura.