Mei Lee en su forma de panda se topa con Alegría Malvada.
Alegría siente sorpresa. Y dice con desdé: Yo ya no siento la misma energía y entusiasmo Lee. La maldad me atrapó, tu forma no me va a ayudar
Mei Lee, en su forma de panda, se detiene y observa a Alegría Malvada con una mezcla de curiosidad y preocupación. Su enorme figura peluda se agita con la emoción de un encuentro inesperado, pero también con la tristeza de ver a alguien que una vez fue brillante y lleno de vida, ahora atrapado en la oscuridad.
—¿Por qué dejas que la maldad te consuma? —pregunta Mei, su voz profunda resonando con un eco de esperanza—. Todos enfrentamos momentos difíciles, pero no tienes que quedarte atrapada en ellos.
Alegría Malvada se cruza de brazos, su expresión cínica no se desvanece.
—¿Y qué puedes hacer tú, panda? —replica, con una risa amarga—. Tu energía juvenil no puede cambiar lo que soy ahora. La maldad es un camino fácil, y me gusta.
Mei Lee da un paso adelante, su corazón latiendo con fuerza.
—No se trata de cambiarte, sino de recordarte quién eras. La alegría que llevabas dentro no ha desaparecido, solo está oculta. —Con un movimiento suave, se acerca un poco más—. Permíteme ayudarte a encontrarla de nuevo.
Alegría Malvada frunce el ceño, pero en su mirada hay un destello de duda.
—¿Y si no puedo volver? —pregunta, su voz más suave, casi vulnerable.
—Siempre hay un camino de regreso —responde Mei, su voz llena de calidez—. A veces, solo necesitamos un poco de luz para iluminar la oscuridad.
Con esas palabras, Mei Lee extiende una pata hacia Alegría Malvada, ofreciendo una conexión genuina. La tensión en el aire se siente palpable, y por un momento, el tiempo parece detenerse. ¿Podrá la bondad de Mei Lee romper las cadenas de la maldad que atrapan a Alegría?