Aliza de Horrortale se topa con El Charro Negro.
Aliza suspira sin saber como reaccionar. Si asustarse o solo dejarlo pasar
Aliza de Horrortale se encontraba en un oscuro y tenebroso bosque, donde las sombras parecían cobrar vida. El aire estaba impregnado de un silencio inquietante, interrumpido solo por el crujir de las hojas bajo sus pies. De repente, una figura imponente apareció ante ella: El Charro Negro, con su sombrero de ala ancha y su traje negro que absorbía la luz.
Aliza se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza. La leyenda del Charro Negro era conocida en todo el pueblo; un espíritu que se decía que aparecía para llevarse a aquellos que habían hecho tratos oscuros o que habían traicionado a su propia sangre. Sin embargo, Aliza no había hecho nada de eso.
Suspiró, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad. ¿Debería asustarse y huir, o simplemente dejarlo pasar y continuar su camino?
El Charro Negro la miró con ojos profundos y enigmáticos, como si pudiera ver a través de su alma. "No temas, joven", dijo con una voz grave y resonante. "No estoy aquí para hacerte daño. He venido a ofrecerte una elección."
Aliza frunció el ceño, intrigada. "¿Una elección? ¿Qué tipo de elección?"
"El destino de aquellos que te rodean está en tus manos", respondió El Charro Negro, extendiendo una mano enguantada hacia ella. "Puedes elegir salvar a los que amas o seguir tu propio camino, sin mirar atrás."
La joven sintió un escalofrío recorrer su espalda. La decisión que tenía ante ella era abrumadora. ¿Qué haría? ¿Se arriesgaría a involucrarse en un trato con un ser tan temido, o se alejaría, dejando que el destino siguiera su curso?
Con el corazón en la mano, Aliza tomó una profunda respiración. "¿Y si elijo salvar a los que amo? ¿Cuál será el precio?"
El Charro Negro sonrió, una expresión que no alcanzó sus ojos. "Todo tiene un precio, querida. Pero a veces, el sacrificio es lo que nos define."
Aliza miró a su alrededor, sintiendo el peso de la decisión. Sabía que no podía ignorar la oportunidad que se le presentaba, pero también comprendía que cada elección conllevaba consecuencias. Con determinación, alzó la vista hacia El Charro Negro. "Estoy lista para escuchar lo que tienes que ofrecer."
El Charro Negro asintió, y en ese momento, el bosque pareció cobrar vida a su alrededor, como si el destino de Aliza estuviera a punto de cambiar para siempre.