Jason se topa con Pandora de Underfail.
Jason la observa de reojo evaluando al supuesto demonio. Para Jason, Pandora no era una amenaza, ni se preocupaba por su existencia.
Pandora le sonríe de manera siniestra y dice: Que pasa Jason?
Jason no se inmuta no muestra signos de inquietud. Para él, Pandora no existe y es insignificante ante sus ojos. Jason con su machete, se marcha. No muestra inquietud ni se asustó, simplemente no le interesa la existencia de Pandora.
Pandora, sorprendida por la indiferencia de Jason, frunce el ceño. No estaba acostumbrada a que alguien la ignorara de esa manera. Su sonrisa se desdibuja, y un destello de frustración cruza su mirada.
—¿De verdad crees que puedes simplemente ignorarme? —pregunta, su voz ahora más aguda, casi desafiante—. Soy Pandora, la portadora de calamidades. No puedes desestimar mi poder así como así.
Jason, sin detenerse, continúa su camino. El machete en su mano brilla bajo la luz tenue, pero su mente está en otra parte. No le interesa el juego de poder que Pandora intenta establecer. Para él, era solo una distracción más en un mundo lleno de peligros reales.
—¿Sabes? —continúa Pandora, intentando recuperar el control de la situación—. Ignorarme no te protegerá de lo que soy. Puedo hacer que tu vida sea un verdadero infierno.
Jason se detiene por un momento, pero no se vuelve. Su voz es calmada y firme cuando responde:
—No tengo tiempo para tus amenazas. Hay cosas más importantes en juego.
Pandora siente una punzada de ira, pero también una chispa de curiosidad. ¿Qué podría ser tan importante para un mortal que lo llevara a desestimar a un ser como ella?
—¿Y qué es eso que te ocupa tanto? —pregunta, intentando sonar casual, aunque su tono revela su interés genuino.
Jason finalmente se detiene y se vuelve ligeramente, su mirada fija en el horizonte.
—La supervivencia. No tengo tiempo para demonios que buscan atención.
Con esas palabras, Jason se aleja, dejando a Pandora con una mezcla de frustración y admiración. Tal vez, solo tal vez, había algo en ese mortal que merecía su atención. Pero eso no significaba que se rendiría tan fácilmente.
—Te encontraré de nuevo, Jason —murmura para sí misma, una sonrisa siniestra regresando a su rostro—. Y cuando lo haga, no habrá forma de que me ignores.
Mientras Jason se aleja, Pandora se queda allí, contemplando su próximo movimiento. La partida apenas comenzaba, y ella estaba decidida a jugar hasta el final.