Envidia al ver a Alegría sonríe con malicia.
Envidia: A veces, esa fuerza debería yo tenerla y ser como tú, Alegría.
Alegría se ríe con desprecio.
Alegría: Deja de ser como los demás Envidia, si fueras yo ahorita mismo estarías más que muertita. Mejor sé tu misma.
Envidia frunce el ceño, sintiendo la punzada de las palabras de Alegría.
Envidia: ¿Y qué hay de malo en desear un poco de tu luz? A veces siento que me ahogo en la sombra de los demás.
Alegría se cruza de brazos, su risa se apaga y su mirada se vuelve seria.
Alegría: La luz no se roba, Envidia. Se comparte. Pero tú solo miras lo que no tienes, en lugar de apreciar lo que eres.
Envidia baja la mirada, sintiendo el peso de la verdad en las palabras de Alegría.
Envidia: Tal vez tienes razón... Pero es difícil no compararse cuando todos parecen tan felices.
Alegría se acerca, suavizando su tono.
Alegría: La felicidad no es un concurso, Envidia. Cada uno tiene su propio camino. En lugar de desear ser como yo, ¿por qué no encuentras lo que te hace brillar a ti?
Envidia levanta la vista, una chispa de esperanza comienza a encenderse en su interior.
Envidia: Quizás... tal vez pueda encontrar mi propia forma de ser feliz.
Alegría sonríe, su mirada se llena de comprensión.
Alegría: Eso es, amiga. La verdadera fuerza está en aceptarte y en aprender a brillar con tu propia luz.