Temor se estremece al oír a Terry decir feliz navidad y proponer celebrarla. Los demás miran a Terry con desdén indicando que no apoyan su idea: Terry! la navidad no me gusta, me asusta que es diferente!
Terry, con una sonrisa en el rostro, intenta ignorar las miradas de desdén y se acerca a Temor, que parece especialmente inquieto.
—Vamos, Temor —dice Terry con entusiasmo—. La Navidad puede ser diferente, pero eso no significa que no pueda ser divertida. ¿No te gustaría disfrutar de una buena comida, de luces brillantes y de pasar tiempo con amigos?
Temor se encoge de hombros, su expresión aún tensa.
—Es que... no sé, Terry. Todo cambia en Navidad. La gente se vuelve extraña, y hay ruidos y luces por todas partes. Me da miedo.
Los demás asienten, compartiendo la inquietud de Temor. Uno de ellos, que siempre ha sido un poco más cínico, añade:
—Además, ¿qué hay de los villancicos? Esos sonaban en mi casa cuando era niño, y no puedo evitar sentirme incómodo al escucharlos.
Terry, sin rendirse, se sienta junto a Temor y le dice:
—Entiendo que puede ser abrumador, pero también puede ser una oportunidad para crear nuevos recuerdos. ¿Qué tal si hacemos algo diferente? Podemos hacer una celebración que se sienta cómoda para todos.
Temor lo mira, un poco más relajado.
—¿Como qué?
—Podríamos hacer una noche de películas, elegir las que más nos gusten y preparar algunos bocadillos. No tiene que ser una gran fiesta. Solo nosotros, disfrutando de lo que nos gusta.
Los demás comienzan a murmurar entre ellos, considerando la idea. Tal vez, solo tal vez, la Navidad no tenga que ser tan aterradora después de todo.