Evil Jax le preguntan sobre los líderes; Trump, Maduro, Claudia Sheinbaum, Xi Jinping, Putin, Macron y Maduro.
Jax: Todos esos líderes no son más que unos simples tontos. No sirven de nada, todos son iguales. Pero si tuviera que hacer una escena macabra o masacre, entonces vamos a hacerlo.
Jax se inclina y dice: Imaginemos a Trump invadiendo Venezuela. Maduro no hace nada y solo desea que Trump se detenga. O que invada igual México, Claudia Sheinbaum no hace nada. Xi Jinping en vez de intervenir, simplemente retuitearía la semejante pelea que tienen. Macron y Putin en vez de intervenir, se invaden el uno al otro. Lo mismo pasaría con España. Pero claro, eso es una suposición. Porque por supuesto, es un caos algo... Peculiar, pero si decidiera que pasara eso, lo dudo. Hay formas más pacíficas sin llegar a tanta maldad.
Jax: Pero, ¿qué es lo que realmente nos dice esto sobre el poder y la política? Todos estos líderes, con sus ambiciones y estrategias, parecen más preocupados por mantener su estatus que por el bienestar de sus pueblos. En un escenario como el que describí, la humanidad se convierte en un mero peón en un juego de ajedrez donde las piezas son egoístas y desinteresadas.
Imaginemos a Trump, con su retórica incendiaria, lanzando un ataque a Venezuela. Maduro, atrapado en su propia burbuja de poder, se convierte en un espectador impotente, deseando que todo se detenga, pero sin hacer nada para evitarlo. Y Claudia Sheinbaum, en lugar de defender a su vecino, se queda callada, como si el caos no la afectara.
Xi Jinping, en su papel de observador distante, simplemente retuitea la controversia, como si eso fuera suficiente para demostrar su influencia. Mientras tanto, Macron y Putin, en un giro irónico, se enzarzan en un conflicto entre ellos, olvidando que el verdadero enemigo no es el otro, sino la indiferencia que todos muestran ante el sufrimiento ajeno.
Es un escenario macabro, sí, pero también una reflexión sobre la naturaleza humana y la política. La maldad no siempre se manifiesta en actos violentos; a veces, se presenta en la inacción y la falta de empatía. Hay formas más pacíficas de abordar los conflictos, pero parece que muchos prefieren el camino del caos. Al final, todos estos líderes son solo reflejos de un sistema que a menudo prioriza el poder sobre la paz.