Evil Casandra derrota a las chicas superpoderosas, aunque odia hacerlo.
Casandra a pesar de su victoria, dice con odio: Ustedes ganan, pero no me hagan daño, Ok? Sus palabras no van a resonar en mí. Respeten mi decisión si escogí este camino.
Evil Casandra se encontraba en el centro de Townsville, rodeada de escombros y el eco de la batalla que había librado contra las Chicas Superpoderosas. A pesar de haber logrado derrotarlas, una sensación de desasosiego la invadía. Miró a las chicas, que yacían en el suelo, exhaustas y heridas, pero aún con la determinación en sus ojos.
—Ustedes ganan, pero no me hagan daño, ¿ok? —dijo Casandra, su voz cargada de un odio que no podía ocultar. A pesar de su victoria, había algo en su interior que la hacía dudar. Las Chicas Superpoderosas siempre habían sido un símbolo de esperanza y bondad, y eso la irritaba aún más.
—Respeten mi decisión si escogí este camino —continuó, cruzando los brazos con desdén. Pero en su interior, una batalla diferente se libraba. Sabía que había tomado un camino oscuro, uno que la alejaba de la persona que alguna vez fue.
Blossom, aún con dificultad, levantó la mirada hacia ella. —Casandra, no tienes que seguir por este camino. Sabemos que hay algo bueno en ti.
—¡Cállate! —gritó Casandra, pero su voz tembló. —No necesito su compasión. He elegido ser así, y no me arrepiento.
Buttercup, con su característico espíritu combativo, se levantó un poco. —No importa lo que digas, siempre habrá una parte de ti que quiere hacer lo correcto.
—¡Basta! —exclamó Casandra, sintiendo que su ira se desvanecía. —No quiero escuchar más. Ustedes no entienden lo que he pasado.
—Tal vez no, pero podemos ayudarte —dijo Bubbles, con su voz suave y comprensiva. —No tienes que estar sola en esto.
Casandra sintió un nudo en el estómago. La idea de ser ayudada, de volver a ser parte de algo bueno, la aterraba. Pero al mismo tiempo, había una chispa de esperanza que comenzaba a encenderse en su corazón.
—No... —murmuró, mientras su mirada se perdía en el horizonte. —No puedo volver atrás.
Las Chicas Superpoderosas se miraron entre sí, sabiendo que la batalla no había terminado. Aunque Casandra había ganado en el combate físico, la verdadera lucha estaba en su interior. Y ellas estaban dispuestas a luchar por ella, incluso si eso significaba enfrentarse a su propia oscuridad.
—No te dejaremos sola, Casandra —dijo Blossom, con firmeza. —Siempre habrá una oportunidad para redimirse.
Con esas palabras resonando en su mente, Casandra sintió que su odio comenzaba a desvanecerse, dejando espacio para algo que no había sentido en mucho tiempo: la posibilidad de la esperanza.