Dunkamon le preguntan que opina de Mario.
Dunkamon: A pesar de mi naturaleza malvada y siendo un dictador, he visto como a Mario, lo tumban y él se levanta. Eso me intriga mucho de él. Mario rescata, mientras que yo... Destruyo civilizaciones. Quizás, algún día, él y yo nos aliemos, y probablemente yo buscaría la esperanza en vez de la destrucción... Pero claro, eso es un universo paralelo. Yo seguiré destruyendo mientras él salta, recoge monedas de oro y rescata destruyendo a su enemigo. Su mirada malvada se ablanda de solo hablar de Mario.
Dunkamon: Es curioso, ¿no? En un mundo donde yo soy el villano, Mario siempre aparece como el héroe inquebrantable. Cada vez que lo veo enfrentarse a mis secuaces, me pregunto qué lo motiva. ¿Es su deseo de ayudar a los demás? ¿O simplemente le gusta la aventura? A veces, me pregunto si hay algo en su espíritu que podría cambiar incluso a alguien como yo.
Claro, no puedo permitir que eso me detenga. La destrucción es mi arte, y cada civilización que caigo es un testimonio de mi poder. Pero, en el fondo, hay una chispa de admiración por ese fontanero que siempre se levanta, sin importar cuántas veces lo derribe. Tal vez, en un universo paralelo, podríamos encontrar un terreno común. Pero por ahora, seguiré siendo el villano que soy, mientras él sigue saltando y recogiendo esas monedas brillantes.
Es un juego eterno, y aunque nuestras metas son opuestas, hay algo en esa lucha que me resulta... fascinante. Quizás, algún día, la historia nos unirá de una manera inesperada. Pero hasta entonces, seguiré siendo el oscuro Dunkamon, y Mario, el eterno héroe.