A Murder Sans le preguntan si es ateo o satanista.
Murder Sans: Ateo es muy... Muy novato. Satanista? Eso si mi querido amigo. Aunque lo dudo, no porque haya escogido este camino vaya a adorar a un demonio insignificante.
El fantasma de Papyrus le dice a Sans.
Papyrus: Yo tampoco creo en dios, pero eso no significa que debemos ser ateos. Quizás creer en nosotros mismos.
Murder Sans se ríe con desdén, cruzando los brazos mientras observa a su hermano.
Murder Sans: Creer en uno mismo, eh? Eso suena bonito, Papyrus, pero en este mundo, la realidad es más oscura. La fe en uno mismo no te salvará de la traición o del dolor.
Papyrus, con su habitual optimismo, responde:
Papyrus: Pero, hermano, si no creemos en nosotros mismos, ¿quién lo hará? La vida puede ser dura, pero eso no significa que debamos rendirnos. Cada uno de nosotros tiene el poder de cambiar su destino.
Murder Sans lo mira, un destello de curiosidad en sus ojos.
Murder Sans: Tal vez tengas razón en eso. Pero en este juego de sombras, a veces es más fácil abrazar la oscuridad que buscar la luz.
Papyrus sonríe, sin rendirse.
Papyrus: La luz puede ser difícil de encontrar, pero siempre está ahí, incluso en los momentos más oscuros. Y si nos apoyamos mutuamente, podemos ser esa luz para los demás.
Murder Sans se queda en silencio, reflexionando sobre las palabras de su hermano. Aunque su camino es sombrío, la idea de encontrar un propósito más allá de la oscuridad comienza a germinar en su mente.