Chloé la oficial francesa peligrosa de la ciudad se topa con Miss Heed.
Chloé: Como te atreviste a exponerme! Aunque no seas una fugitiva, no sabes con quien te metiste. Yo soy alguien de temer y nadie puede contra mí!
Miss Heed, con una mirada desafiante, responde:
Miss Heed: ¿Temer? No me hagas reír, Chloé. Tu poder se basa en el miedo, pero yo no tengo nada que perder. Exponer tus secretos fue solo el primer paso. La verdad siempre sale a la luz, y tú no eres más que una sombra en esta ciudad.
Chloé, apretando los puños, se acerca un poco más, su voz baja y amenazante:
Chloé: Te aconsejo que te detengas aquí. No sabes a quién te enfrentas. He derribado a personas mucho más fuertes que tú.
Miss Heed, sin inmutarse, responde con calma:
Miss Heed: Quizás, pero yo no soy como los demás. No tengo miedo de tus amenazas. La justicia no se detiene ante la intimidación.
Chloé sonríe, pero hay un destello de preocupación en sus ojos.
Chloé: Justicia, dices. Pero en esta ciudad, la justicia es un lujo que pocos pueden permitirse. ¿Estás dispuesta a pagar el precio?
Miss Heed: Estoy dispuesta a luchar por lo que es correcto. Y si eso significa enfrentar a alguien como tú, entonces que así sea.
Ambas se miran fijamente, sabiendo que la confrontación es inevitable. La tensión en el aire es palpable, y la ciudad, testigo silencioso, espera el desenlace de este duelo de voluntades.