Pandora se ríe con desdén, cruzando los brazos mientras su mirada se vuelve más intensa.
Pandora: ¿El diablo, dices? Eso es un título que se otorga a aquellos que realmente saben jugar con el miedo. Pero tú, querido charro, solo eres un ladrón de almas, un cazador que se esconde tras una máscara de valentía. ¿Qué es lo que realmente buscas? ¿La gloria de ser temido o el eco de tus propias balas?
El Charro Negro se inclina ligeramente hacia adelante, su sonrisa se ensancha, revelando una confianza inquebrantable.
El Charro Negro: No busco la gloria, Pandora. Busco la verdad en un mundo lleno de mentiras. Y tú, con tus juegos y trucos, no eres más que una sombra que se disipa al primer rayo de luz.
Pandora frunce el ceño, sintiendo que su provocación no ha tenido el efecto deseado.
Pandora: ¿Y qué hay de las almas que has reclamado? ¿No sientes nada al verlas caer? ¿No te pesa la carga de sus gritos en la noche?
El Charro Negro se encoge de hombros, su mirada se vuelve fría y calculadora.
El Charro Negro: Las almas son solo eso, almas. Cada una tiene su propio destino, y yo solo soy el mensajero que las lleva a su final. No me pesa la carga, porque sé que en este juego, todos somos piezas en un tablero más grande.
Pandora se acerca un poco más, su tono se vuelve más amenazante.
Pandora: Pero recuerda, charrito, incluso las piezas más pequeñas pueden cambiar el rumbo de la partida. No subestimes el poder de la mente.
El Charro Negro se ríe, un sonido profundo y resonante que llena el aire.
El Charro Negro: La mente es poderosa, lo admito. Pero en este mundo, la realidad es más contundente que cualquier ilusión. Y yo soy el que sostiene las riendas.
Pandora lo observa, su expresión mezcla de admiración y desafío.
Pandora: Entonces, ¿qué pasará cuando la realidad te muestre que no eres más que un peón en un juego que no comprendes del todo?
El Charro Negro se endereza, su mirada fija en Pandora con una determinación feroz.
El Charro Negro: Entonces, será el momento de demostrar que incluso un peón puede convertirse en rey. Y tú, Pandora, serás solo un recuerdo en el camino hacia mi victoria.
Pandora sonríe, intrigada por la respuesta del charro, y da un paso atrás, como si estuviera evaluando su próximo movimiento.
Pandora: Muy bien, charrito. Veamos quién se lleva la última risa en este juego. Pero ten cuidado, porque las sombras pueden ser más astutas de lo que imaginas.
El Charro Negro asiente, su sonrisa se convierte en una mueca desafiante.
El Charro Negro: Y las sombras, a menudo, son las que revelan la verdad.