Tiffany se ríe suavemente, disfrutando del terror que irradia Ber. La habitación está impregnada de un silencio tenso, interrumpido solo por los sollozos de Evip, que se aferra a su pequeño cuerpo, buscando consuelo en la presencia de su tío. Ber siente cómo el sudor le recorre la frente, y su mente lucha por encontrar una salida a esta pesadilla.
—¿Ves, Ber? —continúa Tiffany, acercándose aún más—. Todo lo que he hecho es por amor. Tú y yo estamos destinados a estar juntos, y nadie puede interponerse en nuestro camino. No tu familia, ni tus amigos... ni siquiera ese pequeño.
Ber siente que su corazón late con fuerza, cada golpe resonando en sus oídos. La imagen de su familia, de sus seres queridos, se mezcla con la de su sobrino, que ahora es un rehén en esta locura. La desesperación lo consume, pero en el fondo, una chispa de determinación comienza a encenderse.
—Tiffany... —logra articular, su voz temblorosa pero firme—. No puedes hacer esto. No puedes jugar con la vida de los demás.
Tiffany frunce el ceño, su sonrisa se desvanece por un instante, pero rápidamente vuelve a aparecer, más siniestra que antes.
—¿Jugar? Oh, Ber, esto no es un juego. Es una declaración de amor. Y si no cooperas, las consecuencias serán... desagradables.
Evip, sintiendo la tensión en el aire, mira a su tío con ojos llenos de miedo y confusión. Ber se agacha, tratando de estar a la altura de su sobrino, y le susurra:
—Evip, todo va a estar bien. Prometo que te sacaré de aquí.
Tiffany observa la escena, su mirada se vuelve más fría.
—¿De verdad crees que puedes salvarlo? —pregunta, su voz un susurro helado—. La única forma de protegerlo es entregarte a mí.
Ber siente el nudo en su garganta apretarse aún más. La idea de rendirse a Tiffany le repugna, pero la vida de su sobrino está en juego. La lucha interna lo consume, y en ese momento, una idea brillante atraviesa su mente.
—Tiffany... —dice, intentando sonar convincente—. ¿Y si te prometo que seré tuyo, pero solo si dejas ir a Evip?
Los ojos de Tiffany brillan con interés, y Ber se da cuenta de que ha captado su atención.
—¿De verdad lo harías? —pregunta, su voz llena de curiosidad y un toque de incredulidad.
—Sí —responde Ber, sintiendo que su corazón se acelera—. Te prometo que seré tuyo, pero primero, déjalo ir.
Tiffany se queda en silencio, considerando la propuesta. Ber sabe que está jugando con fuego, pero no tiene otra opción. La vida de Evip depende de su capacidad para engañar a la mujer que ha desatado el caos en su vida.
—Está bien, Ber —dice finalmente Tiffany, su sonrisa regresando—. Pero recuerda, esto es solo el comienzo. Tu corazón es mío, y no lo olvidaré.
Con un gesto, Tiffany desata a Evip, quien corre hacia Ber, abrazándolo con fuerza. Ber siente una mezcla de alivio y terror, sabiendo que ha ganado una pequeña batalla, pero la guerra aún no