Afrodita, con una risa juguetona, se cruza de brazos y la mira con picardía.
Afrodita: Oh, vamos, Casandra. No seas tan seria. Tu cabello es hermoso, ¡deberías mostrarlo más a menudo!
Casandra, aún sonrojada, se aferra a la capucha como si fuera su única defensa.
Casandra: No necesito tu aprobación, Afrodita. No todos quieren ser el centro de atención.
Afrodita se acerca, su expresión se suaviza un poco.
Afrodita: No se trata de ser el centro de atención, sino de aceptarte tal como eres. A veces, esconderte solo te hace sentir más sola.
Casandra suspira, sintiendo la presión de las palabras de su hermana.
Casandra: No es tan fácil. La gente no siempre es amable, y no quiero ser objeto de burlas.
Afrodita le da un suave toque en el hombro.
Afrodita: Pero tú eres más fuerte de lo que crees. Y si alguien se atreve a burlarse, yo estaré aquí para defenderte.
Casandra mira a su hermana, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración.
Casandra: No necesito que me defiendas. Solo quiero que me dejes en paz.
Afrodita sonríe, sabiendo que su hermana, en el fondo, aprecia su apoyo.
Afrodita: Está bien, pero no te olvides de que siempre estaré aquí para recordarte lo increíble que eres.
Casandra, con un leve suspiro, finalmente se quita la capucha de nuevo, dejando que su cabello caiga libremente.
Casandra: Solo por esta vez. Pero no te emociones demasiado.
Afrodita aplaude con entusiasmo, y Casandra no puede evitar sonreír un poco ante la alegría de su hermana.