El miembro de la secta, sorprendido por la audacia de Alegría, frunce el ceño y responde con una sonrisa torcida.
Secta: "¿Insignificante, dices? Te equivocas, niña. El poder que invocamos va más allá de lo que puedes imaginar. No se trata solo de un ser que adoras, sino de la fuerza que reside en el caos mismo. La verdadera ilusión es pensar que el mundo es un lugar ordenado y seguro. La realidad es mucho más oscura."
Alegría, sin inmutarse, da un paso adelante, su mirada desafiante fija en el rostro del sectario.
Alegría: "¿Oscura? Tal vez. Pero el caos no es solo destrucción; también es libertad. Ustedes se aferran a sus rituales y a sus miedos, pero yo elijo ser dueña de mi propio destino. No necesito un demonio para sentir poder. Ustedes son los que están atrapados en una ilusión, buscando respuestas en sombras."
El sectario, visiblemente irritado, se cruza de brazos.
Secta: "¿Y qué sabes tú del verdadero poder? ¿Qué has visto que te haga pensar que puedes desafiar lo que no comprendes? El caos puede ser seductor, pero también es destructivo. Te estás jugando la vida, niña."
Alegría sonríe, una chispa de desafío en sus ojos.
Alegría: "La vida es un juego, y yo elijo jugarlo a mi manera. Ustedes pueden seguir con sus rituales y sus invocaciones, pero yo no necesito un altar para encontrar mi fuerza. El verdadero poder está en la libertad de ser quien soy, sin miedo a lo que piensen los demás."
El sectario, ahora visiblemente incómodo, se da cuenta de que la niña no es la presa fácil que esperaba.
Secta: "No subestimes lo que no comprendes, Alegría. El caos puede consumir incluso a los más valientes. Te lo advierto, no te acerques a lo que no puedes controlar."
Alegría se ríe, una risa que resuena con confianza.
Alegría: "Controlar es para los débiles. Yo elijo bailar en la tormenta. Si quieren jugar con el fuego, adelante, pero no esperen que me queme con ustedes. La vida es demasiado corta para vivir con miedo."
Con esas palabras, Alegría se da la vuelta y se aleja, dejando al sectario con una mezcla de admiración y frustración. La niña había desafiado su mundo de sombras, y aunque no creía en su poder, había sembrado una semilla de duda en su mente.