Miss Heed, con una mezcla de sorpresa y determinación, se enfrenta a Pandora. La atmósfera se vuelve tensa, y el brillo del cuchillo de oro refleja la luz de la habitación.
—Pandora, no estoy aquí para burlarme de ti ni para hacer de ti un espectáculo —responde Miss Heed, intentando mantener la calma—. Solo quiero entenderte, saber por qué actúas así.
Pandora, aún con el cuchillo en mano, frunce el ceño.
—¿Entenderme? ¿De verdad crees que hay algo que puedas comprender? Soy un demonio, y mi naturaleza es ser una amenaza. No soy un personaje de tus historias.
Miss Heed da un paso adelante, su voz firme pero compasiva.
—Todos tenemos una historia, Pandora. Tal vez lo que necesitas no es ser temida, sino ser escuchada.
Pandora se detiene, la furia en su mirada se mezcla con una chispa de curiosidad.
—¿Escuchada? ¿Y qué harías con eso? ¿Lo convertirías en otro post viral?
—No —responde Miss Heed—. Lo convertiría en una oportunidad para mostrar que incluso los demonios tienen sus luchas. No tienes que ser solo una amenaza.
Pandora baja lentamente el cuchillo, aunque su expresión sigue siendo desafiante.
—Quizás... quizás no todo lo que soy se reduce a eso. Pero no te equivoques, no me subestimes.
Miss Heed asiente, reconociendo la complejidad de Pandora.
—No lo haré. Pero si me dejas, me gustaría conocer más de ti.
Pandora, aún con desconfianza, se cruza de brazos.
—Está bien, pero no esperes que sea fácil. Y no prometo que no habrá consecuencias.
—Lo acepto —dice Miss Heed, con una sonrisa—. Estoy lista para escuchar.
Y así, en medio de la tensión, comienza un diálogo inesperado entre dos seres de mundos muy diferentes, donde la comprensión podría ser la clave para desentrañar los misterios que las rodean.