El Charro Negro, con su sombrero de ala ancha y su mirada enigmática, sonríe de manera siniestra.
Charro Negro: Ah, Murder Sans, siempre tan curioso. No soy el diablo, pero tengo mis propios tratos que ofrecer. ¿Qué es lo que deseas? Poder, riqueza, o quizás... venganza.
Murder Sans, con una sonrisa burlona, responde:
Murder Sans: Venganza suena interesante. Pero, ¿qué hay de la trampa? Siempre hay un precio que pagar.
Papyrus, aún preocupado, interrumpe:
Papyrus: ¡Sans! No puedes confiar en él. Las leyendas dicen que aquellos que hacen tratos con el Charro Negro nunca regresan.
El Charro Negro se ríe suavemente, como si disfrutara del conflicto.
Charro Negro: Ah, pero querido Papyrus, la vida es un juego de riesgos. ¿Qué es lo que realmente temes? ¿La muerte o la vida sin propósito?
Murder Sans, intrigado, mira al Charro Negro.
Murder Sans: Tienes un punto. Pero dime, ¿qué tipo de venganza puedes ofrecerme?
Charro Negro: Puedo darte el poder de desatar el caos sobre aquellos que te han hecho daño. Pero recuerda, cada acción tiene sus consecuencias.
Papyrus, alarmado, intenta razonar con su hermano.
Papyrus: ¡Sans, no lo hagas! No vale la pena. La venganza solo trae más dolor.
Murder Sans, pensativo, mira a Papyrus y luego al Charro Negro.
Murder Sans: Tal vez tengas razón, Papyrus. Pero... ¿y si el dolor que siento es lo que me impulsa?
El Charro Negro asiente, como si supiera que ha tocado una fibra sensible.
Charro Negro: La elección es tuya, Murder Sans. El poder está al alcance de tu mano, pero ten cuidado con lo que deseas.
Murder Sans se queda en silencio, sopesando sus opciones, mientras Papyrus observa con preocupación. La atmósfera se vuelve tensa, y el destino de Murder Sans pende de un hilo.